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A medida que estas medicinas se han vuelto más populares, existe un gran entusiasmo por estas ceremonias y la esperanza de sanación. Es fundamental que, si asiste a una ceremonia, investigue a fondo a la persona que le administrará la medicina. Hay muchos facilitadores en este espacio que no tienen por qué administrar la medicina, lo que provoca experiencias poco saludables y desfavorables. Confíe en su instinto e investigue.
¿Cómo se ve el verdadero consentimiento en el ámbito de la medicina vegetal y la psicodelia?
El consentimiento es más que firmar una renuncia: es un proceso vivo, continuo e informado que honra la soberanía de cada persona antes, durante y después de cualquier experiencia con plantas medicinales. En el contexto sagrado de la ceremonia, donde las personas pueden encontrarse en estados alterados y vulnerables, el verdadero consentimiento debe basarse en la claridad, la transparencia y el respeto, no en suposiciones, presiones ni expectativas tácitas.
1. El consentimiento informado comienza antes de la ceremonia
A los participantes se les debe proporcionar con suficiente antelación información detallada, que incluya:
La naturaleza e intensidad del medicamento que se sirve.
Los riesgos físicos y psicológicos que conlleva
¿Quién facilitará el proceso (incluidos sus antecedentes y cualquier historial de mala conducta, si corresponde)?
Protocolos de emergencia y cómo se garantizará la seguridad
Expectativas en torno al tacto, la privacidad y el apoyo durante los estados alterados
Este nivel de transparencia permite a los participantes tomar decisiones verdaderamente informadas. Cualquier nivel inferior erosiona la confianza.
2. El consentimiento no es un hecho único
El verdadero consentimiento debe ser continuo y dinámico. El hecho de que alguien acepte un proceso en una conversación previa a la ceremonia no significa que el acuerdo se mantenga una vez que comienza la experiencia. Los facilitadores deben estar atentos a los cambios en el lenguaje corporal, las señales verbales y la energía, especialmente cuando los participantes no hablan o están inmersos en un proceso.
Incluso cuando alguien se encuentra en un estado alterado, su "no" o incomodidad debe ser respetada inmediatamente, y los facilitadores nunca deben interpretar el comportamiento alterado como una licencia para anular los límites.
3. Las dinámicas de poder deben ser identificadas y manejadas con cuidado
En el ámbito de la medicina vegetal, los facilitadores, chamanes o guardianes del espacio suelen tener un poder percibido significativo. Esto puede generar una presión inconsciente para decir "sí" o evitar hablar, incluso si algo parece estar mal. El verdadero consentimiento solo puede existir cuando los desequilibrios de poder se reconocen, se nombran y se mitigan.
Esto incluye:
No iniciar interacciones románticas o sexuales con los participantes bajo su cuidado
Evitar la manipulación disfrazada de “guía espiritual”
Respetar el espacio personal a menos que se haya dado un consentimiento explícito para el contacto (e idealmente confirmado varias veces)
4. Consentimiento cultural y linaje sagrado
El consentimiento también incluye el respeto a las tradiciones indígenas y los linajes culturales de los que surgen las plantas medicinales. Esto significa:
Pedir permiso antes de usar nombres o imágenes sagradas
Ser honesto acerca de su formación y conexión con estas tradiciones.
No apropiarse de rituales sin la relación adecuada y el consentimiento de la comunidad de origen
5. Consentimiento en la integración
La integración posterior a la ceremonia también forma parte del proceso de consentimiento. ¿Se les pregunta a las personas si desean compartir? ¿Se les ofrecen opciones claras de apoyo sin presión? ¿Se mantienen sus historias confidenciales y con cuidado?
El verdadero consentimiento en el ámbito de la medicina vegetal es un acuerdo continuo y encarnado, jamás forzado ni asumido. Requiere autoconciencia, prácticas adaptadas al trauma y el compromiso de proteger la vulnerabilidad de quienes confían su sanación. Crear entornos de consentimiento es una responsabilidad sagrada y uno de los mayores actos de servicio que los facilitadores pueden ofrecer.


